La Navidad es un misterio de amor de la Santísima Trinidad.
Los caminos por los cuáles la Santísima Trinidad quiere realizar la salvación de la humanidad, lo que podemos llamar la «pedagogía de la Trinidad», que se vislumbran y anuncian a lo largo del Antiguo Testamento, en la Navidad se van explicitando.
El amor, la alegría y la paz de la Trinidad se hacen visibles y se nos ofrecen, en este Niño que nace de María en Belén.
En la Navidad, a través del Corazón de María, la Trinidad entra en la humanidad. Viene a nosotros en el seno de una familia, la Sagrada Familia, haciéndose niño,
La Trinidad se hace Enmanuel en el Niño Dios nacido en Belén, a través del cual nos enseña y ofrece su entrañable misericordia de generación en generación.
En la Navidad, la Trinidad nos enseña el camino de la infancia espiritual, de la humildad, de la sencillez, de la «pequeñez de su sierva», para poder recibir la «buena noticia», para poder vivir la «gran alegría» de la salvación, el Nacimiento del Salvador.
En la Navidad, postrados ante el Cristo que nace, adorándolo en el Pesebre, comenzamos a glorificar a la Santísima Trinidad y vivir su paz y su amor en nuestros corazones.
En la Navidad aprendemos, desde el Corazón de María, a contemplar el amor de la Trinidad para poder proclamarlo y llevarlo al mundo entero, a todo aquel con el que nos encontremos.