Hoy celebramos en todo el mundo la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. ¿Sabes por qué? ¿Sabes qué conmemoramos? ¿Qué tiene que ver Santa Elena con todo esto? ¿Y el Santo Sepulcro?
La fiesta tiene orígenes antiguos. El 14 de septiembre es el aniversario de la consagración del Santo Sepulcro de Jerusalén en el año 335, después de haber sido encontrada (“inventio” en latín significa hallazgo) la cruz por Santa Elena, madre del emperador Constantino. En los siglos posteriores esta fiesta también incluyó la conmemoración de la recuperación de la Vera Cruz por parte del emperador Heraclio en 628 de manos de los persas. Esta festividad es una de las más importantes ligadas a la cruz del Señor, junto con la del 7 de mayo, día del descubrimiento de la Santa Cruz por parte de Santa Elena y la de la adoración de la cruz durante los oficios de Viernes Santo.
Actualmente, sólo en Jerusalén (y en otros pocos sitios de tradición popular) se celebra aún la fiesta de la Invención de la Cruz, mientras que la Exaltación del 14 de septiembre se conmemora todavía en todo el mundo.
Hoy ha sido fiesta grande en el Calvario. En Jerusalén, en la capilla de la Crucifixión había pocas personas y los franciscanos, que han celebrado con ornamentos rojos. Rojas las vestiduras de los sacerdotes, roja la sangre de Cristo, muerto en la cruz para la redención del mundo.
Antes de construir el Santo Sepulcro limpiaron la zona y llegaron a la cantera de piedra donde encontraron la madera de la Cruz; con ella se tocó a personas enfermas y se curaron. Así se confirmó, según la tradición, la auténtica reliquia de la Santa Cruz.
Nuestra celebración anual de la Exaltación de la Santa Cruz nos da la oportunidad de recordar cómo Dios puede emplear los peores y más oscuros actos del hombre para hacer su divina voluntad. Es también un importante recordatorio anual de que estamos llamados a acoger la cruz. (cf. Lucas 9,23)
Jesús nos dijo que a donde el Maestro vaya, sus discípulos lo seguirán. Nuestro Señor nos dijo también que debemos estar preparados para aceptar la cruz en nuestra propia vida si queremos seguirlo. La cruz, para los cristianos, es el sufrimiento que voluntariamente aceptamos como una consecuencia de nuestra decisión de seguir a Jesús. Esta fiesta anual nos recuerda que la cruz siempre conduce a la Resurrección, y así cada sufrimiento puede ser necesario y un medio divino para nuestra salvación y santificación. Por ello, Jesús proclamó que todos los que sufren a causa de la justicia serán “bienaventurados” (cf. Mateo 5,11-13)
Se necesitan los ojos de la fe para acoger con gozo y voluntad semejante sufrimiento en la fe. Se requiere de una oración seria y madura para ver la hermosa invitación a la amistad cercana con Jesús en los momentos de sufrimiento en la fe.
“Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo”.
Fuente: Revista Tierra Santa y NWCatholic
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“Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo”.